En estas fechas navideñas casi todo aquel que es algo en este país –y otros que no son nadie– se prodigan en poner su cara a beneficio de todo tipo de causas sociales. Unos llevan regalos a los niños hospitalizados y otros prestan su imagen para subastas, sorteos o fiestas. Sin embargo, en la mayoría de casos a estos famosos la acción solidaria no les cuesta más que su tiempo. Y eso cuando no ganan algo por el camino, bien sea en dinero o en especie. Pero no todas las figuras públicas son iguales y muchas destacan por su generosidad, además de por su nivel artístico. Una de ellas es la colombiana Shakira, que se ha estrenado como burbuja del célebre anuncio navideño de la marca Freixenet. Sus emolumentos por protagonizar el spot, unos 500.000 dólares, se destinarán a financiar un colegio en la capital de Haití, Puerto Príncipe; y otro proyecto en su Colombia natal, concretamente en Cartagena, en beneficio de la Fundación Pies Descalzos, creada por ella a los 18 años para niños en estado de extrema pobreza.
Además, Shakira y Freixenet han acordado la realización de un documental promocional sobre Pies Descalzos. En la película, dirigida por Jaume de Laiguana, se refleja la labor de la fundación de escolarizar, alimentar y vestir a niños desplazados. El compromiso social de la mujer con las caderas más eléctricas del panorama musical se focaliza en la infancia y ha colaborado con entidades como la Fundación Alas, dedicada también a la escolarización de los pequeños en Iberoamérica. Hace casi un año, Haití sufría el devastador terremoto que conmovió al mundo entero, atónito ante cómo la Naturaleza hacía más miserables a los miserables. Shakira ha contribuido a su conato de recuperación.
Para los españoles, siempre será esa chica de movimientos imposibles y canciones pegadizas. Pero tras la consecución de la Copa del Mundo de fútbol en Suráfrica, la artista se la recordará como la banda sonora –el popular «Waka-Waka»– del triunfo más glorioso del deporte español. Nadie la obliga a volcarse con personas que viven la cara amarga de la vida y lo hace sin artificios ni caridad mediática. A ver si otros con mucho más patrimonio y dinero son tan proclives a renunciar a medio millón de dólares por una causa solidaria.
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