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quinta-feira, 7 de abril de 2011

Sube y baja de emociones con Shakira

La espera desespera y en el concierto que Shakira ofreció en Guadalajara el pasado martes no fue la excepción. La participación de la cantante colombiana era el broche de oro tras cinco horas de música diversa en el Pop Festival, y llegar hasta él costó varios sinsabores.

A las 21:30 horas se esperaba que Shakira saliera al escenario, pues así había sido anunciado, pero la historia fue otra. Después de que el público escuchara a cinco grupos, la espera se hizo insoportable. Empezaron los chiflidos, los gritos; la gente desesperada por la “música de espera” pidió que volviera a escena Moderatto y la ausencia en el entarimado siguió. Fue hasta las 22:45 que se apagaron las luces y acto seguido se encendieron las pantallas que permitieron ver a Shakira con un vestido rosa caminar de entre el público hacia el escenario.

Bastó con que subiera y cantara Te dejo Madrid para que se le perdonara la ausencia que, muchos, aguardaron desde las 16:30 horas a pleno rayo de Sol.

Para cuando cantó Inevitable, con guitarra en mano, los asistentes ya no se acordaban de Paty Cantú, María José, Ha*Ash, Jarabe de Palo ni de Moderatto. Al terminar su interpretación de Ojos así, canción con la que hizo bailar a todos y disfrutar de su sorprendente movimiento de caderas, se despidió y regresó el sufrimiento, pues los presentes pensaron que con ello concluía el concierto.

El encore trajo la sonrisa y la emoción. Minutos más tarde las pantallas proyectaron imágenes de niños africanos, con este marco visual se escucharon los acordes de Waka-waka (Es tiempo de África), y la comunión entre el mensaje visual y el poder sonoro hicieron la transformación de la noche. La emoción era evidente y al concluir el concierto, olvidados quedaron los gritos y las rechiflas, la larga espera, el calor que se sintió en la tarde, lo único que se escuchaba eran las palabras de satisfacción por el espectáculo ofrecido en el escenario.

Sin embargo, a las afueras del Estadio Tres de Marzo iniciaba otra aventura: la de salir de los estacionamientos, caminar un largo tramo para unos, pagar una generosa cuota para otros. Para los menos afortunados encontrarse con la desagradable sorpresa de que su auto había sido recogido por las grúas, pues estaban mal estacionados.

Lidiar con el congestionamiento vial de Pablo Neruda fue de antología. Para algunos resultó un estacionamiento por más de 20 minutos, Avenida Patria fue otra opción. Quienes previendo la condición y apostaron por no llevar su auto, tomar un taxi a la salida significó caminar hasta arterias como Acueducto para encontrar una unidad disponible; sin embargo, con la adrenalina y el calor que brindó la colombiana, la noche donde salió el Sol valió la pena.

Fuente: http://www.informador.com.mx/ 
 

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